Te pasas la vida a dieta y te pegas
unas palizas en el gimnasio que dejan destrozado pero no consigues
adelgazar. No te vuelvas loco. Tu caso no es único. Puede que,
quizás, estés cometiendo alguno de estos errores. ¡Toma nota!
Comes mal
Por un día no pasa nada pero, si
detrás viene otro, la cosa se nos va de las manos. Alimentos
procesados, grasas malas (mantequilla, embutidos o aceite de palma),
azúcares, harinas refinadas, etc dejarán rastro en tu anatomía,
por dentro y por fuera. Ya sabes: un instante de placer en la boca se
convierte en una eternidad en sus michelines. ¡Elige bien!
Entrenas a lo loco
Matarse a hacer abdominales no es la
solución. Tampoco torturarse con eternas sesiones de ejercicio
cardiovascular que acabarán con nuestra moral y nuestras
articulaciones. Si realmente pretendemos perder grasa localizada
tenemos que ponernos en manos de profesionales que nos diseñen un
plan a nuestra medida, racional y flexible.
No duermes lo suficiente
Cuanto menos durmamos, más
engordaremos. Eso es lo que han demostrado diversos estudios como el
realizado en 2004 por investigadores de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Stanford (Estados Unidos) en el que se puso de relieve
que, con la falta de descanso se incrementan los niveles de la
hormona que dispara el hambre la grelina, mientras disminuye los de
la que nos hace sentir saciados, la leptina.
Estás de los nervios
Para compensar el estrés, liberamos
una hormona llamada cortisol que, resumiendo mucho, lo que hace es
aumentar los niveles de azúcar en sangre y está directamente
relacionado con un aumento de la producción de grasa en la zona
abdominal. Así que...¡relájate!
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