El azúcar
es ocho veces más adictivo que la cocaína, y el 80% de los
alimentos contienen azúcares añadidos, en forma de sacarosa,
fructosa, glucosa, lactosa, dextrosa, azúcar moreno…, según
revela una investigación de la Universidad de Stanford.
Además, diversos estudios señalan que por primera vez en la
historia la obesidad
provocará más muertes que el hambre y, según la Organización
Mundial de la Salud (OMS), en 2030 Europa se encontrará inmersa
en una crisis sanitaria y económica de grandes
dimensiones a consecuencia del aumento de la obesidad y la diabetes.
De hecho, la OMS
vaticina que dos de cada tres europeos presentarán sobrepeso en esa
fecha. Con respecto a la diabetes, mientras en los años ochenta 108
millones de adultos padecían esta enfermedad metabólica, en 2014 ya
había 422 millones de personas en esta situación, lo que significa
que en tres década se ha producido un incremento del 75% de los
casos de diabetes en todo el mundo.
De esta forma, la industria alimentaria pretende
dirigir la atención hacia otros causantes del sobrepeso como el
sedentarismo, lo cual es cierto, pero no elimina la responsabilidad
que tienen sus productos, especialmente porque una gran parte de los
azúcares se ocultan en alimentos procesados y son difíciles de
detectar por los consumidores.
Un ejemplo de ello son los productos light
o bajos en grasas que, a veces contienen más azúcares añadidos
que los normales. Otros alimentos procesados con un exceso de azúcar
son los refrescos o la salsa de tomate, y los expertos advierten de
que abusar de este tipo de productos desencadena una respuesta
hormonal que hace que el organismo produzca más insulina, generando
ansiedad y sensación de hambre, por lo que hay que evitar o limitar
el consumo de alimentos energéticamente densos y nutricionalmente
pobres, y recuperar estilos de alimentación saludables como la dieta
mediterranea.
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